Cuídame

Os dejamos esta canción que merece la pena escuchar con calma... sobran las palabras...



Cuídame

Cuida de mis labios,
Cuida de mi risa,
Llévame en tus brazos,
Llévame sin prisa.
No maltrates nunca mi fragilidad
Pisaré la tierra que tú pisas.

Cuida de mis manos,
Cuida de mis dedos
Dame la caricia que descansa en ellos.
No maltrates nunca mi fragilidad
Yo seré la imagen de tu espejo.

El machomán

Siguiendo con la entrada (¿Qué nos queda?) que escribí sobre dos tendencias enfrentadas en el uso descentrado de la energía masculina, voy a tratar de aclarar un poco lo que entiendo por “machomán”. En la próxima entrada hablaré del “gueylor”.

El extremo que más hombres atrae es el del “masculino de la superficialidad”, el que llamo machomán. Los machomán son personas que derivan en la superficialidad por una falta absoluta de trabajo interno, falta de criterio personal, aunque sea mínimo, y que por tanto son arrastrados por las influencias externas, que a veces son casi agresiones contra sus identidades.

Conocer el útero

Las mujeres portamos en nuestro cuerpo físico un órgano que energéticamente nos conecta con nuestro Ser femenino, con nuestras capacidades puramente yin, con los dones de la Diosa. Este órgano es el útero. En general vivimos desconectadas de su existencia y de su energía. Volver a percibir y sentir este centro  pasa por una toma de conciencia del mismo, nos llevará a conocernos mejor y a comenzar por fin a despertar todo lo bueno que hay en nosotras, a verlo desde otra perspectiva.

El útero es un órgano muscular, hueco, situado en la pelvis de la mujer, entre la vejiga (por delante) y el recto (por detrás). Suele medir unos siete centímetros de largo por cuatro de ancho y unos tres centímetros de espesor. Además, posee unos fuertes ligamentos que lo mantienen en posición estable.

Lo femenino

¿Qué es lo femenino? Hemos oído decir que una mujer es femenina cuando tiene una cierta apostura, camina, se viste o se mueve de determinada manera… nuestra familia nos ha inculcado desde pequeñas -los medios de comunicación han continuado la labor- los valores que definen lo femenino, y que van desde la delicadeza y los gestos corporales hasta la poca piedad que podemos tener entre nosotras, pasando por la manía de cotillear y un largo etc.

También se nos ha dicho que, sin perder esa supuesta feminidad, podemos trabajar sin ningún problema estando embarazadas, podemos seguir trabajando perfectamente después de parir e incluso llevar una vida tan activa y tan igual como antes. Se nos sigue haciendo creer que la menstruación es un fastidio, una fase que es mejor pasar cuanto antes porque todo son desventajas, que es bueno inventar métodos para que pase desapercibida.

¿Qué nos queda?

Esta es una pregunta que me surge al final de una reflexión larga. La reflexión trata sobre qué hacen para encontrarse a sí mismos los hombres (en masculino) y los padres (también en masculino) que veo a mi alrededor, tanto en mi entorno próximo, como en un círculo más general.

Me da la sensación de que todo se polariza demasiado, que la tendencia nos lleva a ser “machomanes” o a ser “gueylores”, es decir, a ser hombres poco dados a explorar tus sentimientos profundos, quedándote en la superficialidad, o a exagerar sentimientos poco reales porque así eres mas moderno. Yo me pregunto: entre una cosa y otra ¿qué nos queda?.