Cuando llegue el parto II: La boca es reflejo del útero y la vagina

A menudo les digo a las mujeres embarazadas que vienen a Yoga que observen en su vida cotidiana las veces que tienen algún tipo de dolor puntual agudo y cómo responde su cuerpo ante él. Cualquier ejemplo es válido, yo les recuerdo el momento en que se depilan. Si hay dolor, incluso sin ser especialmente agudo, ¿qué sucede en nuestro rostro? El gesto se contrae, solemos tensar la mirada, apretar los dientes y con ellos la mandíbula, además de contraer varios músculos en general.

Cuando el dolor llega durante un trabajo de parto suele suceder lo mismo en nuestro rostro: acumulamos tensión y apretamos huesos y músculos de nuestra boca. Sin embargo esto dificulta el proceso. Nunca una mujer necesita tanto aflojar su cuerpo como en este momento: tener las mandíbulas relajadas, fluida la respiración, flexibles los músculos desde la cabeza hasta los pies. Si la boca no está relajada no puede estarlo la musculatura, porque la boca es una llave que puede hacer que nuestro cuerpo se abra o se cierre. Cuando cerramos las mandíbulas, la musculatura del cuello, la espalda o las piernas se contraen.

Pero además hay una conexión directa entre la boca y el útero, y entre la garganta y la vagina. “Como es arriba es abajo”, nuestra parte superior está conectada con nuestra parte inferior. Los diafragmas de nuestro cuerpo (cervical, torácico y pélvico) están conectados. Si se cierra uno se cierran los otros, si abrimos y relajamos uno, los otros van detrás.
Por tanto el estado de relajación de la boca y la mandíbula está directamente relacionado con la habilidad del cérvix, la vagina y el ano para abrirse completamente. Es decir:
Boca abierta = Cérvix abierto
Garganta abierta = Vagina abierta
Es casi imposible parir con eficacia con los labios apretados y la garganta cerrada. Puedes intentarlo ahora mismo… cuando relajas la mandíbula, abres la boca y la garganta, las nalgas se relajan automáticamente y te hundes en la silla.
La comadrona Ina May hablaba de la “Ley del esfínter” para explicar por qué se detiene la labor del parto de muchas mujeres en el instante en que llegan al hospital y por qué en muchas no progresa la labor y acaban con intervenciones.
El esfínter anal, el cervical (el cuello del útero) y el vaginal funcionan mejor en una atmósfera de intimidad y privacidad. Por ejemplo, un baño con pestillo o un dormitorio donde las interrupciones son improbables o imposibles. Estos esfínteres no se pueden abrir a la fuerza ni responden bien a órdenes de pujar o relajar. Cuando el esfínter está en proceso de apertura, se puede cerrar repentinamente si la persona se enfada, asusta, es humillada o consciente de sí misma. ¿Por qué? Los niveles altos de adrenalina en el torrente sanguíneo no favorecen (y muchas veces impiden) la apertura de esfínteres. Estos factores inhibidores son una razón importante por la cual las mujeres en las sociedades tradicionales normalmente escogen otras mujeres, excepto en circunstancias extraordinarias, para acompañarlas y atenderlas durante la dilatación y el parto.
Ina May también habla de los beneficios de los besos, y de mantener la boca y los labios sueltos y abiertos. Besar también provoca la segregación de oxitocina y otras hormonas del amor que elevan la tolerancia al dolor y aceleran el parto.

http://bebeagogo.wordpress.com/2011/06/11/los-cuatro-grandes-mitos-de-la-dilatacion-en-el-parto 

Segregar saliva es un síntoma de activación del sistema parasimpático, que es el que segrega las endorfinas en nuestro organismo. Además el cerebro responde mucho mejor a las órdenes que damos cuando el parasimpático esta activado.

Cuando una persona se asusta, está nerviosa, tiene ansiedad, uno de los primeros síntomas es sequedad en la boca. Si mientras buscas tu relajación, o buscas ese relajar la mandíbula, también te haces consciente de la saliva de tu boca y te permites humedecer más la lengua, facilitarás esa activación del sistema parasimpático. Para ello puedes morderte suavemente la punta de la lengua o frotarla contra la parte posterior de tus dientes inferiores. Date cuenta de que los bebés tienen siempre la lengua mucho más humedecida que los adultos, y que los adultos segregamos más saliva mientras dormimos. Ambos casos son claros ejemplos de personas relajadas.
He aquí otra clave para trabajar durante el embarazo: la consciencia de nuestra boca. Observa en qué momentos tensionas la mandíbula, la lengua, o aprietas los dientes. Hazte consciente de la tensión que acumula esta zona. No se trata de descolgar la mandíbula como si estuviera muerta, es algo mucho más sutil: diferenciar los músculos de la lengua, los labios, las mandíbulas. Hacerlo otra vez de a pocos, con movimientos suaves, como pasar la lengua por toda la cavidad bucal, dibujar vocales con los labios muy estirados y aflojar después, y sentir cómo la conciencia de una cavidad despierta la conciencia de otra cavidad: sentir la relajación y apertura de la vagina y el útero cuando relajas la boca.
Vuelvo también a remitirte a este libro: Con el consentimiento de cuerpo, de T. Bertherat, M. Bertherat y Paule Brung. En él encontrarás varios ejercicios para practicar durante el embarazo, algunos de ellos con la boca, la lengua y los ojos.

Ahondando más en el trabajo con la cavidad bucal y con la garganta de cara favorecer un parto más sano podemos hablar también del uso de nuestra voz. Lo veremos en la próxima entrada.

Serie "Cuando llegue el parto":
     I: Vivirlo mejor
   III: El poder de la voz
   IV: Abrazar el dolor, confiar en tu cuerpo

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