Cuando llegue el parto IV: Abrazar el dolor, confiar en tu cuerpo

Existen documentos escritos, dvds, vídeos… que hablan de los partos orgásmicos. De hecho conozco a más de una matrona que ha asistido algún parto donde la embarazada ha tenido una experiencia orgásmica. Que el parto sea una experiencia sexual tiene mucha lógica. El bebé pasa por el canal vaginal y estimula el punto G y todos los nervios conectados con la sensación sexual. Ina May dice “la energía que introdujo al bebé ahí es la que lo saca fuera”. Parte de la cadena hormonal que interviene en un parto es muy similar a la que se produce en una experiencia sexual. Se genera oxitocina, endorfinas, noradrenalina... ¿Significa esto que sentimos dolor durante el parto porque no sabemos “parir bien”? En absoluto. Una cosa no está reñida con la otra. Se puede sentir dolor en el parto y sentir la experiencia como sexual (orgásmica o no), ambas cosas pertenecen al mismo espacio.


“Yo pensaba que la labor del parto era una simple cuestión de arreglárselas con el dolor y el miedo al dolor. Sabía que el dolor del parto es cualitativamente diferente de cualquier otro dolor que experimentamos en el cuerpo.[…] Yo sabía que el motivo del dolor en el parto, al menos en la mayoría de los casos, no está relacionado con nada que vaya mal. El proceso físico del nacimiento es totalmente normal y está exquisitamente programado por la naturaleza para asegurar una salida sin riesgo del bebé, causando las lesiones mínimas a la madre. El dolor forma parte de ese programa. […] Observando a las mujeres a lo largo de sus embarazos comencé a comprender que la naturaleza tenía que enviar una señal para que las mujeres dejaran de hacer lo que estaban haciendo, buscaran un lugar seguro para dar a luz y reunieran a personas a su alrededor para que las ayudaran. Para algunas, nada inferior a un golpe con un mazo de hierro sería suficiente. Tenía que ser una señal a la que nadie hiciese oídos sordos, pero que al mismo tiempo permitiera a la madre participar en el parto si las circunstancias así lo requerían”.
(Del libro: “Cuerpo de mujer, sabiduría de mujer”. Dra. Christiane Northrup)
El dolor en la labor de parto es una fuerte señal que dice: “Deja de hacer lo que estás haciendo y presta atención”. Esto no tiene que ver con la mentalidad cultural del “sin sacrificio no hay beneficio”. Beneficiarse de los dolores del parto es una forma distinta de estar con el dolor. No nos permite distracción alguna, el dolor hace olvidar lo que hay alrededor, te “obliga” a entrar dentro de ti. Para navegar a través de él solo podemos permitirlo. Hemos de cambiar la conducta de retener, tensionar, por la de soltar para dejar que pase a través de nosotras. De nuevo, esto sólo podemos hacerlo si nos hallamos inmersas en nosotras mismas, con la intimidad suficiente y la conciencia y confianza puesta en nuestro cuerpo.
Todas las mujeres sabemos parir, pero lo hemos “olvidado”. Aún arrastramos los prejuicios, el miedo y una educación que fueron sepultando durante décadas aquella sabiduría femenina. Pero ya es momento de comenzar a soltar ese lastre que nos ancla a una visión y una vivencia errónea de nuestro cuerpo. El miedo, la inseguridad, los condicionamientos… son factores que provocan tensión y bloqueo, y esto deriva en dolor más agudo e intenso. Conociendo todo esto, podemos abrazar al dolor sabiendo que sabemos parir, que podemos respirar, conectar con nuestro interior, relajar la boca, usar la voz, navegar en la ola de la contracción dolorosa inmersas en el mar, dejando que pase a través de nosotras para recuperar después, sintiendo cómo el alivio se expande, esperando la siguiente inmersión.

Otras posibilidades para navegar durante el trabajo de parto
El dolor es más soportable cuando estás sumergida en agua caliente. Si estás en casa puedes darte un baño creando incluso una atmósfera relajada con luz tenue, velas…
Busca una posición y unos movimientos que te resulten confortables durante la labor de parto: a cuatro patas sobre almohadas, paseando, haciendo movimientos suaves sobre una pelota de pilates, tumbada de lado… No sirve de nada tener prisa, el proceso sigue su propio ritmo, que pueden ser horas, y es mejor respetarlo. Busca también tu posición para dar a luz, si escuchas tu cuerpo y te dejas llevar en ese momento, la encontrarás. Déjate libre. Cada vez son más los hospitales donde dan vía libre a la madre para colocarse como ella decida durante la fase expulsiva. Pregunta y consulta a los profesionales, no tengas miedo.
Allana el camino del bebé. Una reacción frecuente ante el dolor es arquear la espalda. Cuando las contracciones comienzan a ser especialmente dolorosas, la tendencia en muchos casos es que la madre no solo apriete los puños y cierre con fuerza los ojos, sino que además arquee de golpe la espalda, repartiendo el peso del cuerpo sobre las nalgas y los hombros. Además de la tensión añadida de la que hemos hablado antes respondiendo así al dolor, sucede de este modo que dificultamos el camino que ha de recorrer el bebé para salir. Si la columna vertebral se arquea, la zona del sacro sube hacia arriba haciendo un “promontorio”, que el bebé tendrá que salvar. El canal de parto se angosta. El trabajo se hará más largo y doloroso para la madre y el bebé. 
¿Qué hacer para que esto no suceda? Trabajar la conciencia de la zona lumbar y púbica. Si estás semitumbada o sentada, siempre lleva la zona lumbar hacia atrás o hacia abajo para desarquear la columna. Más fácil: acerca el pubis al ombligo. Es la forma en que el sacro se coloca adecuadamente, volcando la pelvis hacia delante y hacia el ombligo. Es entonces cuando la columna se estira, el camino se allana y se le facilita al bebé el paso de la cabeza por el canal pelviano. La matrona Paule Brung pide a las mujeres que ejerciten este sencillo movimiento de pelvis en casa hasta que sea algo tan natural como “ponerse el cinturón en el coche” para que el movimiento salga solo cuando llegue el momento. 
Decreta en positivo. La palabra tiene poder, incluso cuando la pensamos sin emitir sonido. Los pensamientos son creadores, sobre todo cuando los emitimos con la energía adecuada. Decreta siempre en positivo para que tu cerebro y tu cuerpo reciban y se empapen de esta energía. En realidad esto debería ser una costumbre para cada cosa que hagamos diariamente. Si repetimos  “no quiero tener dolor”, nuestro cerebro no registra el “no”, sino la palabra “dolor” y se queda anclado a esa idea. Recuerda que es importante centrarte en lo que quieres, no en lo que no quieres. Cambia esa frase por otra como “mi cuerpo va a estar muy relajado” o cualquier otra expresión que te ayude a entrar en otra dinámica. “Mi cuerpo está cada vez más relajado”, “mi respiración me acompaña”, “mi cuerpo se afloja con cada contracción”, “acompaño a mi bebé y estoy con él en todo momento”… Crea distintos decretos para el momento del parto: “mi cuerpo es poderoso y sabe parir”, “ayudo a mi bebé a salir a este mundo”, “mi placenta se desprende con facilidad”, “mi cuerpo se limpia a través de la sangre”, “mi cuerpo sangra lo imprescindible”…

Practica durante el embarazo, ve probando las herramientas que quieras y toma conciencia… Pero si llegado el momento, y habiéndote trabajado para tener un parto natural y sin anestesia, no puedes con el dolor y pides la epidural, no te flageles. A veces nos vamos a los extremos, y esto no es sano. Hay mujeres que van directamente convencidas a pedir la epidural y que “todo pase cuanto antes”, otras van convencidas y deseosas de tener un parto maravilloso y sin anestesia porque han puesto todo de su parte para que así sea. Desde mi punto de vista lo más importante es informarse, conocerse para saber qué queremos y no aferrarnos al resultado. Si deseamos un parto natural iremos a por ello y tendremos mucho más de nuestra parte el que se dé, pero no tiene por qué ser todo como lo planeamos, hablamos de ello en el primer capítulo de esta saga… esta vida es siempre misteriosa, y es mejor saber fluir con los acontecimientos aun cuando las cosas no suceden según lo previsto.
Preparar el embarazo y el parto es preparar también el puerperio. Es saber que estos tres son tramos de nuestro camino personal en los que nuestro cuerpo, pensamientos y emociones fluctúan y se transforman en cortos períodos de tiempo para acondicionarnos en cada nueva andadura. Las hormonas toman protagonismo y “no sabemos qué hacer con ellas”.  Atravesar estas fases a todos los niveles (físico, mental, emocional) puede ser tan fascinante como difícil, a veces se vive de manera más tranquila, otras más traumática… pasando por un amplio abanico de colores y sensaciones.
Es muy importante buscar personas que sean verdaderos apoyos en estos tramos, sobre todo a nivel emocional. Personas con las que poder hablar y que sepan escuchar sin imponerse, que te puedan ayudar con su experiencia o te puedan echar una mano en la casa si lo necesitas. La pareja es un pilar fundamental, pero en ocasiones necesitamos una mujer que nos dé seguridad y apoyo femenino. Si no la encontramos en nuestro entorno cercano, hoy en día podemos acudir a una doula. Dicho de una manera muy sencilla, una doula es una mujer que se ha formado para ofrecer este acompañamiento físico y emocional durante el embarazo, el parto o el puerperio. Te dejo uno de los muchos enlaces que puedes encontrar en Internet. Contamos ya con muchas profesionales y con una amplia red de doulas en toda España.

A lo largo del embarazo la madre sueña con el desenlace final… con dar a luz, traer a la vida la criatura que lleva dentro… y es un dulce sueño tejer ese deseo durante nueve meses. Pero la trama de ese sueño tiene más coordenadas… lleva implícito tejer también las bases del puerperio y hacerlo antes de que llegue el bebé.

Y es que cuando conoces al hombre de tu vida (Cuando llegue el parto I), la relación no acaba en esa cita especial en tu casa, con la cena a punto, la música suave y el anhelado desenlace sexual… la relación comienza a partir de ahí… No sabes qué pasará, si lo haréis mejor o peor, iréis dando los pasos que consideréis en cada momento porque a buen seguro merece la pena atravesar la experiencia.

Atravesar la experiencia de la maternidad bien merece toda nuestra atención y presencia para el antes y el después del nacimiento, atravesarla es sumergirte en ella desplegando las alas del instinto para volar en un viaje que nunca antes habías llevado a cabo. A todas las futuras madres y futuros padres, ¡buen viaje, feliz vuelo…!

Serie "Cuando llegue el parto":
     I: Vivirlo mejor
    II: La boca es reflejo del útero y la vagina
   III: El poder de la voz


2 comentarios:

  1. estoy en la semana 38 y esto me ha ayudado a estar mas tranquila

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    1. Gracias Phao, busca esa tranquilidad confiando en tu cuerpo cuando se desencadene el proceso de parto, y escúchate en todo momento. Te deseo un embarazo y un desenlace feliz :-) Un abrazo

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